miércoles, 28 de septiembre de 2011

El príncipe oscuro


Joe Hill es uno de los tres hijos del célebre escritor norteamericano, Stephen King. Y, al igual que su famoso progenitor, se gana muy bien la vida escribiendo novelas inquietantes y terroríficas donde anidan monstruos, fantasmas y demás fauna oscura.

Y con el párrafo anterior, servidor se ha cepillado de una tacada toda la campaña publicitaria que los editores del primer libro de Hill, "20th Century Ghosts", idearon para lanzar la obra. Y es que cuando este más que recomendable libro de cuentos terroríficos se puso a la venta, nada se dijo acerca de los precedentes familiares de su autor. Sólo cuando el libro fue objeto de elogiosas reseñas y no sin antes coronar lo más alto de las listas de ventas, la editorial anunció que el autor de tantas novelas maravillosas como "El resplandor", "La mitad oscura" o "Carrie" había traído al mundo un nuevo talento para tejer pesadillas en celulosa. Obviamente hubo que sacar nuevas ediciones de la obra.

La maniobra fue sin duda arriesgada: no aprovechar el empujón que supondría lanzar las obras de Joe Hill como "las novelas del hijo de Stephen King" llevó con toda seguridad a más de un directivo de la compañía a duplicar su medicación. Sin embargo, es de agradecer que no fuera así ya que el lector pudo juzgar la prosa del hijo sin aplastarla bajo el descomunal legado de su padre, con el que, por el momento, la obra de Hill no es comparable ni por cantidad ( cuando he llegado a los cuarenta libros del autor de "Apocalipsis" me he cansado de contar) ni por calidad ( Stephen King tiene, al menos, cinco o seis novelas que pueden considerarse clásicos del género, con "It" a la cabeza) ni por temática (Hill recurre con asiduidad a los espíritus y demás habitantes del otro lado, mientras que en las obras de su padre podemos encontrar desde extraterrestres a hombres lobo, pasando por admiradoras desequilibradas y perros con malas pulgas).

Con esto, no quiero decir ni mucho menos que la obra de Joe Hill no merezca atención o sea poco recomendable (la propia existencia de esta entrada así lo certifica): "Fantasmas" (nombre con el que se ha bautizado en España la ya mencionada "20th Century Ghosts") incluye algunos cuentos muy recomendables como "El desayuno de la viuda" o "Hijos de Abraham", algunos excelentes como "La capa" y dos de ellos, "El teléfono negro" y "Reclusión voluntaria", que podrían haber sido firmados por papá sin menoscabar su prestigio.


El difícil salto a la novela también fue saldado de manera notable por Hill con "El traje del muerto" 0 "Heart shaped box" en su "nirvaniano" título original. Las vicisitudes de un músico de rock con gusto por lo macabro a quien atormenta un espíritu con malas pulgas se convierten en manos del escritor norteamericano en una pesadilla angustiosa con dosificados golpes de efecto y una muy destacable habilidad para crear imágenes perturbadoras, especialmente cuando de describir al testarudo fantasma se trata. Es cierto que la historia tarda en arrancar y que en su tramo final los acontecimientos se precipitan a tal velocidad que todos los personajes parecen tener prisa por volver a casa a tiempo para la cena pero es innegable que la historia atrapa y los personajes resultan cercanos y están meticulosamente diseñados. Por lo que he leído, todo lo bueno de "El traje del muerto" se mantiene y la mayor parte de sus errores se corrigen en "Cuernos", su siguiente novela, que aguarda turno de lectura y de la que he oído maravillas. Seguiremos informando.

Pero donde, sin duda Hill ha resultado todo un descubirmiento para un servidor ha sido en su faceta de guionista de comics, en la que ha dado forma a "Locke & key", una pesadilla con aromas de Lovercraft que, a pesar de estar aún inconclusa (en España se han publicado únicamente los doce primeros números. En USA ya andan por la vigésimosexta) resulta un espectáculo deslumbrante en que brilla tanto el guión de Joe Hill, lleno de casas encantadas, asesinos en serie, llaves misteriosas y posesiones infernales como el extraordinario dibujo del chileno Gabriel Rodríguez cuya habilidad para crear atmósferas opresivas sin gastar el tubo negro de pintura convierte cada número de la serie en una delicatessen.


No me digan que no tienen dónde elegir: relato corto, relato largo, comic.... No hay excusa para no adentrarse en el mundo tenebroso de Joe Hill y tomar uno de los senderos que ascienden hasta su morada. Da igual cual sea el elegido: todos conducen al mismo palacio, un palacio en el que ante la futura e inevitable desaparición del Rey, un príncipe oscuro comienza a forjar las armas que necesitará para volver a imponer la autoridad que instauró el padre entre sus fervientes devotos. Por el momento, el relevo parece asegurado.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Y la respuesta es...... (XVIII)

LA EXTRAÑA PAREJA, DE GENE SACKS (1968)

Si bien fue el maestro Wilder quien disfrutó en más ocasiones de la sobrenatural química entre Jack Lemmon y Walter Matthau, es tal vez en "La extraña pareja", donde ambos brillan con más fuerza: la divertida obra de teatro de Neil Simon sobre dos amigos completamente opuestos en sus costumbres (cavernícolas las de uno, refinadas y pulcras las del otro) que se ven obligados a convivir en el mismo piso podría haber sido un clásico aún más grande si quien se hubiera sentado en la silla del director hubiera sido el genial Wilder y no el simplemente correcto Gene Sacks.

Pero los diálogos son tan cáusticos (atención a la partida de poker que se desarrolla en el apartamento antes de la primera llegada de Lemmon) los gags tan logrados (Matthau poniendo de los nervios a su compañero tras estropear éste una cita con dos jovencitas, la pareja en un restaurante mientras el desquiciado Félix, es decir, Lemmon, lucha contra sus oídos taponados) que incluso de haber estado yo tras las cámaras seguiría siendo considerada una de las mejores comedias de la historia.

El tema principal de la película, que ha dado forma al enigma musical de esta semana, es obra de Neal Hefti, un compositor poco conocido que desembarcó en el cine tras triunfar en las orquestas de Count Basie y Woody Herman y cuya aportación más destacada a la historia de los pentagramas cinematográficos y televisivos es esta partitura y la que creara para la serie de televisión "Batman" que, por cierto, le reportó un Grammy.

Y nuevamente es Athena la que pone el cascabel al gato sin que sea posible seguir ya la cuenta de las veces que así ha sido: dos más y el enésimo triplete se hará realidad. En segunda posición y con tres puntitos más para su casillero, ha quedado esta semana Mike Lee y con dos se acostará esta noche el amigo Lughnasad que para eso ha quedado tercero. Azid Phreak, Mister Lombreeze, Michel y OscarP amasan un puntito más para sus respectivos hornos melódicos.

Dentro de un par de semanas, nueva entrega y nueva oportunidad de acercarse al podium. Recordad que los tres primeros tendrán premio y, en consecuencia, todo es aún posible. Saludos y permanezcan atentos a la escombrera.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

La melodía escurridiza (XVIII)


Sí, lo sé: sesenta y cinco puntos son muchos puntos; y parece que no hay modo de alcanzar a la supersónica Athena. Pero, la segunda cosa más importante de "La melodía escurridiza" (la primera, por supuesto, son sus intrépidos concursantes) es la facilidad con la que uno puede hincharse a ganar puntos si adelanta el despertador unas horitas o, en su defecto, vierte somníferos en los brebajes matutinos de los que van por delante en la clasificación. De modo que no desesperen, damas y caballeros, barrenen con energía sus conductos auditivos y pulsen "play" porque la decimoctava edición de la competición más enladrillada de la blogosfera está a punto de empezar.

Os recuerdo que el objetivo del concurso es averiguar a qué película corresponden los pocos segundos que, cada miércoles incluyo del tema principal de su banda sonora. Hay de plazo hasta el viernes para participar y hasta entonces, la entrada tendrá moderados los comentarios para mantener la intriga y para que quienes hayan dado en hueso en su primer intento puedan seguir intentándolo. Por tanto, sólo aparecerán publicados los comentarios incorrectos: si el tuyo no aparece, sólo te falta saber los puntos que te llevas. El primero en dar con la respuesta correcta obtendrá cinco puntos, el segundo, tres y el tercero, dos, quedando con un punto los demás acertantes.

Como en tantas ocasiones, soy incapaz de saber si la partitura de esta semana es de las complicadas o de las fáciles: yo la reconocería en cualquier lado, pero parafraseando al showman americano Arsenio Hall, "yo soy Tarquin Winot y ustedes no lo son". Si eso es una suerte o una desgracia, está por ver. Suerte a todos y a por ella.


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miércoles, 14 de septiembre de 2011

Sonrisas, risas y carcajadas


Tomando datos para redactar esta entrada, me he topado con un supuesto proverbio escocés que ha captado mi atención por su infantil sencillez y su candida inocencia: según allí se dice, la sonrisa es más barata que la electricidad y da más luz. No sé si , efectivamente la frase será de la tierra de William Wallace o alguien se ha querido marcar un farol, pero, sea como sea, lo cierto es que se trata de una de esas verdades opulentas que solo demuestra su sencillez cuando alguien te la planta ante los ojos.

Decía Nietszsche que el sufrimiento del hombre durante su vida es tan grande que no tuvo más remedio que crear la risa para sobrellevar la existencia. Como es habitual en el muchacho, se pasó de frenada, pero no es menos cierto que una buena carcajada pulveriza la ansiedad más enquistada y convierte la noche en un mediodía o, al menos en un atardecer apañado.

La risa es un bien escaso y cambia de forma más que el gobierno de opinión. Lo que hoy es gracioso, mañana provoca naúseas y lo que a mi puede parecerme una estupidez carente de simpatía, a otro puede parecerle una cima del humor. Por esta razón y por todas las anteriores, quienes se imponen como objetivo provocar la carcajada, la risa o, al menos la sonrisa, gozan ya para mi de un punto a su favor al atreverse a lidiar con algo tan volátil como el humor. Si a eso le sumamos que su deseo es alegrarnos la vida y que en Escocia ayudan a mejorar el estado del bienestar, vaya para ellos este homenaje a través de aquéllos que a través de sus cámaras han intentado enmendar la plana a Iberdrola y fulminar las nubes de nuestros cielos a golpe de fotograma.

Un par de puntualizaciones: por evidentes motivos de espacio y de salud mental de quien escribe y, por supuesto, de quien lea, la relación está limitada a cinco películas (una para cada dedo de la mano, para que no sobre ni uno), en consecuencia, no están, ni mucho menos, todas las que son, aunque sí son todas las que están. Por otra parte, omito deliberadamente una de mis películas preferidas, "El guateque", de Blake Edwards, ya que, si bien, merece estar como primera espada, no es menos cierto que, hace algunos meses, disfrutó de su propia entrada en el ladrillo ("La fiesta de Baskshi") y para repetirse ya están las sardinas en aceite.


UNA NOCHE EN LA OPERA, DE SAM WOOD (1935): Que una película con más de setenta años de antigüedad siga siendo considerada una de las mejores comedias de la historia ya dice bastante acerca de su naturaleza de clásico imperecedero. No será sin duda, por la estructura de su guión ni por su impecable traslado a la pantalla (tanto el libreto como la labor tras la cámara de Sam Wood apenas raspan el aprobado). No, el deslumbrante encanto de esta película y, en general, de todas las cintas protagonizadas por los Hermanos Marx reside, precisamente, en ellos, en Groucho, en Harpo y en Chico, el trio de cómicos más brillante que el cine norteamericano haya tenido jamás en nómina. Casi todos los grandes hitos de su carrera están encerrados en estos exiguos noventa minutos: la escena del camarote, la lectura del contrato entre Groucho y Chico lleno de partes contratantes y considerandos o la cena entre la adorable Margaret Dumont y Groucho. Una orgía imponente inmune al paso del tiempo y siempre fresca como el primer día.

BIENVENIDO MISTER MARSHALL, DE LUIS GARCIA BERLANGA (1953): Que conste en acta que la aparición en esta lista de esta cinta no obedece a cupo patrio alguno sino, sencillamente, a que nos encontramos ante una verdadera obra maestra de la historia del cine. Con el concurso de tres cabezas tan bien amuebladas como la de Miguel Mihura, Juan Antonio Bardem y el propio Berlanga, que patentaron esta corrosiva sátira sobre nuestra piel de toro, visitamos Villar del Río unos días antes de que un grupo de norteamericanos arrastren sus dólares al pueblo. Es cierto que hay un sustrato amargo y cínico en todo cuanto acontece en la escasa hora y cuarto de metraje que dura la proyección, pero teniendo en cuenta todas las escenas en las que el gran Manolo Morán ocupa pantalla, el discurso del alcalde en el balcón o el sueño transoceánico de Pepe Isbert, ¿alguien puede dudar que estamos ante una comedia redonda?

CON FALDAS Y A LO LOCO, DE BILLY WILDER (1959): Escribir una entrada sobre las mejores comedias y no incluir una del maestro, sería como visitar Moody's y no enseñarles las dimensiones de nuestro dedo medio: imperdonable. Me decido por esta conocida muestra del ingenio del señor Wilder (aunque, perfectamente, podría haber incluido "Un, dos, tres", "En bandeja de plata" o "El apartamento") en homenaje a la bellísima Marylin Monroe que, a pesar de desquiciar a todo el equipo con sus incontables excentricidades, luce maravillosa en manos del director vienés. Las vicisitudes de dos músicos (Tony Curtis y Jack Lemmon) que se ven obligados a disfrazarse de mujer para huir de unos delincuentes malhumorados convierten esta cinta en una hito irrepetible y que cuenta además con un final de los que se estudian en las escuelas de cine. ¿Lo peor? Que sabe a poco, que al espectador no le importaría que durara un par de horas más. Pero bueno, ya se sabe: nadie es perfecto.

QUE ME PASA DOCTOR, DE PETER BOGDANOVICH (1972):
Aunque no pueda ver a Barbra Streisand sin echar la magdalena, hay que reconocer que en esta cinta, la hermana perdida de Pinocho luce esplendorosa. Su histérico y comprometedor personaje es el contrapunto perfecto a ese profesor de geológia tímido y encorsetado a quien da vida un Ryan O´Neal con expresión de "quienmemmandaríaamilevantarmeestamañana" durante todo el metraje de esta disparatada comedia en la que un codiciado maletín convierte San Francisco en un desquiciado laberinto de equívocos hilarantes. Es difícil quedarse con una sola secuencia (todas son brillantes y sumamente divertidas), pero me quedo con la enloquecida persecución por las vertigionosas pendientes de la ciudad y, por supuesto, con el inolvidable Kenneth Mars que devora crudo a cada actor con el que comparte encuadre con su emplumada creación del doctor Hugh Simon.

ATERRIZA COMO PUEDAS, DE J.ABRAHAMS, D. ZUCKER Y J.ZUCKER (1980): Mi gran debilidad. A pesar de los cientos de imitadores que siguieron la estela de esta monumental bufonada, la cinta de los hermanos Zucker y de su amigo J. Abrahams permanece imperturbable en la cúspide. Tomando como referencia las populares películas sobre catástrofes que surgieron a finales de los setenta, los tres directores (y también guionistas) montaron un espectáculo a medio camino entre la parodia y el homenaje en el que los golpes de humor se apelotonan a razón de dos o más por minuto (algunos simultáneos, en un mismo plano). Los diálogos entre los pilotos del avión, el impagable Leslie Nielsen o el desquiciado personal de la torre de control son solo algunos de los elementos que convierten el ver esta película en un deber cívico cada vez que es emitida en alguno de los infinitos canales de nuestra pantalla amiga.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Y la respuesta es...... (XVII)


EL PROFESIONAL, DE GEORGES LAUTNER (1981)

Hay películas inmunes al tiempo y que pasados veinte años de su filmación parecen un panecillo recién sacado del horno. Otras, por el contrario, reciben las hojas del calendario como cuchillas y cuando uno las mira desde la perspectiva de los años, sus brillantes ropajes son ahora confetti para nostálgicos. "El profesional", de Georges Lautner, rodada a principios de los ochenta a mayor gloria del muy mediocre, pero extremadamente popular actor francés Jean Paul Belmondo pertenece sin duda a esta última categoría.

Aunque la historia no deja de tener su interés (un agente secreto regresa a Paris para vengarse de sus superiores, quienes le tendieron una trampa que le ha costado dos años de cautiverio en un país africano altamente inhóspito) y algunas secuencias, como el "westerniano" duelo entre Belmondo y Robert Hossein o la conocida persecución parisina aún funcionan, la cinta tiene un aire acartonado que tira de espaldas: penosas peleas, mujeres florero a mansalva, puñetazos que suenan como un un kilo de ternera estampado contra la pared, las infumables payasadas de Belmondo.... en fin, que hay cosas mejores que hacer que gastar casi dos horas viendo la película. Mucho más recomendable es, sin duda, gastar el mismo o más tiempo en disfrutar de la bella partitura que creo para la ocasión, Ennio Morricone: un prodigio de sencillez y melancolía con el sello inconfundible del autor de "La misión", "Por un puñado de dólares" o "Los intocables".

La locomotora Athena sigue imparable tras las vacaciones y, a pesar de andar con un brazo en cabestrillo, consolida su liderato, logra un nuevo triplete y empieza a perderse en el horizonte. Los tres puntos del segundo puesto son para Mike Lee, mientras el bronce pasa a las vitrinas de Mister Lombreeze con no poco suspense. Azid Phreak y OscarP tambien inaguran la segunda ronda con un puntito.

Recordad que la próxima entrega no llegará hasta dentro de dos semanas. Hasta entonces, permanezcan atentos a la escombrera y escuchen bandas sonoras: viendo como está el asunto y el nivel que estáis demostrando, me temo que hay que apretar el acelerador y complicar un poco el enigma para la próxima vez (Leer el último párrafo con voz grave y aterradora).

miércoles, 7 de septiembre de 2011

La melodía escurridiza (XVII)


Como ya anuncié la semana pasada, "La melodía escurridiza" se convierte en quincenal y, contando la presente entrega, estamos a nueve pentagramas de descubrir si Dickson despierta del letargo, si Athena mantiene el ritmo supersónico con el que terminó en julio (de ganar hoy, estaríamos hablando de su novena victoria consecutiva y, en consecuencia de su tercer triplete del tirón) y si todos los que siguen a ambos son capaces de recuperar el terreno que los separa. Hay tiempo, puntos y tripletes suficientes para que no todo esté ya decidido.

Os recuerdo que el objetivo del concurso es averiguar a qué película corresponden los pocos segundos que, cada miércoles incluyo del tema principal de su banda sonora. Hay de plazo hasta el viernes para participar y hasta entonces, la entrada tendrá moderados los comentarios para mantener la intriga y para que quienes hayan dado en hueso en su primer intento puedan seguir intentándolo. Por tanto, sólo aparecerán publicados los comentarios incorrectos: si el tuyo no aparece, sólo te falta saber los puntos que te llevas. El primero en dar con la respuesta correcta obtendrá cinco puntos, el segundo, tres y el tercero, dos, quedando con un punto los demás acertantes.

La melodía de esta semana es de las complicaditas, pero viendo el nivel de los que por aquí se pasan, cualquier cosa es posible. Suerte y a por ella.


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jueves, 1 de septiembre de 2011

Season Premiere


Comienza la quinta temporada del ladrillo y como si de uno de Enero se tratara, el carrito de los buenos propósitos va lleno a rebosar: más entradas, más visitas a vuestros blogs, más comentarios, más secciones. En fin, intentarlo, lo juro, lo voy a intentar, herederas mediante. Lo que sí que tengo claro es que esta bitácora debe experimentar algunos cambios y volver en cierto modo a las raices.

Si por algo se recordará la pasada temporada será por "La melodía escurridiza". Nacida a partes iguales por el estímulo de los concursos de Crowley, Scotty o Lughnasad y por la falta de tiempo derivada del nacimiento de la nueva heredera, el concurso ha llevado al ladrillo a cotas de popularidad (dentro de sus muy humildes proporciones) nunca vistas: jamás ha tenido más visitas y nunca ha gozado de tantos seguidores. Insisto, siempre, dentro de sus muy reducidas dimensiones.

Lo cierto es que he disfrutado mucho con la sección y no tengo la menor intención de acabar con ella (sí de modificar algunas cosas para la edición del año que viene, pero de eso ya hablaremos otro día), pero no es menos cierto que su estructura (enigma y respuesta) borra del calendario la práctica totalidad de la semana para otra cosa que no sea el concurrido acertijo cinéfilo musical. En este sentido, la última entrada nacida de los surcos de mi cerebro se remonta a mediados de junio y eso, para un lugar como éste que pretende ser el cauce de mis frustrada pretensión de vivir de lo que escribo, no es algo sostenible.

De modo que, para desgracia de quienes detestan mis textos y para alegría de quienes con razón, me han echado en cara que apenas doy frutos propios, he decidido convertir "La melodía escurridiza" en concurso quincenal. Por tanto, la siguiente entrega se publicará el próximo miércoles, día 7 de septiembre y la última, el próximo día 28 de diciembre, coincidiendo, por cierto, con mis cuarenta primaveras y con la edición número 25 del concurso.

De esta manera, sigo disfrutando tramando rebuscadas pistas "athenaproof"para resolver los enigmas musicales y doy algo de carrete al producto autóctono, que, sinceramente, falta le hacía. Hay muchos libros leídos, series de televisión vistas y comics devorados en los últimos meses; la actualidad se encuentra en un estado que, por desgracia, da mucho juego. Sería ir contra el motor de este espacio, no dar salida a todo lo que esto puede generar.

De modo, damas y caballeros que, les invito a a travesar la verja y adentrarse en mis dominios para acompañarme en esta nueva travesía en la que estaría encantado de contar con vosotros una vez más. Nunca es posible contentar a todos, pero, que no haya dudas acerca del ahinco con el que voy a intentarlo. Permanezcan atentos a la pantalla.